viernes, 15 de mayo de 2009

La batalla del atlantico: segunda guerra mundial

En el Atlántico Norte,los alemanes intentaron cortar las líneas de suministro al Reino Unido hundiendo barcos mercantes. En los primeros cuatro meses de guerra hundieron más de 110 barcos. Además de los barcos de suministro, los sumergibles atacaban ocasionalmente barcos de guerra británicos. Un u-boot hundió al portaaviones británico HMS Courageous, mientras que el U-47 del legendario comandante Günther Prien consiguió hundir al acorazado HMS Royal Oak en su puerto base de Scapa Flow.


En el Atlántico Sur, el Acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee hundió nueve buques de la Marina mercante británica. Fue localizado más allá de la costa sur de Sudamérica, y después combatió con los cruceros HMS Ajax, HMS Exeter, y HMNZS Achilles en la Batalla del Río de la Plata, y fue forzado a entrar en el puerto de Montevideo. Antes que volver a afrontar una nueva batalla, el capitán Hans Langsdorff se hizo a la mar y hundió su buque justo fuera del puerto.

El 24 de mayo de 1941, el acorazado alemán Bismarck partió de su puerto, amenazando con dirigirse hacia el Atlántico. Hundió al HMS Hood, uno de los mejores cruceros de batalla de la Royal Navy. Siguió entonces una caza masiva, en la que el acorazado alemán fue hundido después de una persecución de 2.700 kilómetros, durante la cual los británicos emplearon 8 acorazados y cruceros de batalla, 2 portaaviones, 11 cruceros, 21 destructores, y 6 sumergibles. Los aviones torpederos Fairey Swordfish del portaaviones HMS Ark Royal alcanzaron al Bismarck (un tipo de barco), provocando el bloqueo de su timón y permitiendo que los escuadrones perseguidores de la Royal Navy lo alcanzasen y hundiesen.

En el verano de 1941, la Unión Soviética entró en la guerra al lado de los Aliados. Había perdido mucho de su equipo y de su base industrial en las primeras semanas que siguieron a la invasión alemana. Los Aliados Occidentales intentaron remediarlo enviando los Convoyes Árticos, que viajaban desde el Reino Unido y los Estados Unidos hasta los puertos del norte de la Unión Soviética (Arjángelsk y Múrmansk). La traicionera ruta alrededor del Cabo Norte de Noruega, fue el lugar de muchas batallas, cuando los alemanes trataban continuamente de destruir los convoyes usando sumergibles, bombarderos con base en la costa noruega, ocupada por Alemania, y barcos de superficie.

armamento (primera guerra mundial)

Granadas.
Las granadas fueron consideradas practicas para operaciones de asedio hasta que los estrategas alemanes se fijaron en ellas durante el conflicto Ruso-Japonés de 1904.

Igual que en muchas otras cosas cuando comenzó la Guerra en agosto de 1914, los alemanes llevaban la delantera en el desarrollo de granadas. Mientras comenzaba la guerra los alemanes ya tenían preparadas setenta mil grandas de mano, junto con ciento seis mil granadas de rifle.

Los granaderos eran aquellos hombres encargados de despejar trincheras y posiciones enemigas usando granadas de varios tipos distintos. Equipos de demolición crecieron en numero a medida que la guerra continuaba y formaron un componente vital de cualquier ataque que llevara a cabo la infantería hacia el final de la guerra.

El equipo de demolición británico consistía en nueve hombres: Un oficial, dos lanzadores, dos portadores, dos soldados con bayonetas para defender al equipo y dos hombres para sustituir bajas del equipo.

Las granadas, ya fueran de mano o lanzadas con un rifle, se detonaban de dos maneras: por impacto (percusión) o por mecha (tenían un temporizador que las hacía explotar al cabo de un tiempo determinado).

La infantería prefería las granadas con mecha a los mecanismos de percusión, ya que siempre existía el riesgo de soltar una granada accidentalmente en el interior de una trinchera y que esta explotara.

Ametralladora.

La ametralladora era un aparato muy primitivo cuando la Guerra comenzó en agosto de 1914. Las ametralladoras de todos los ejércitos eran mayormente del tipo pesado y concluyentemente poco aptas para el transporte por soldados de infantería. Cada una pesaba entre treinta y sesenta kilos sin monturas ni provisiones.

La ametralladora de 1914 requería un equipo de cuatro a seis operarios. En teoría podía disparar de cuatrocientos a seiscientos proyectiles de bajo calibre por minuto, cifra que se dobló a finales de la guerra.

Pistolas.
La pistola, que originalmente se diseñó como un arma para la caballería, acabó convirtiéndose en el arma de apoyo por excelencia. Destinada de manera tradicional al uso de oficiales de todos los ejércitos, acabaron por utilizarla la policía militar, los aviadores y los operarios de artillería y tanques.

Para los soldados que se ocupaban de esas tareas, la pistola era la única arma que podían utilizar en su medio, ya que los reducidos espacios de aviones y tanques no permitían portar o usar rifles (que en otros casos era el arma regular de todos los soldados).

Igual que con el rifle, los ejércitos fabricaban y distribuían modelos estándar a todos sus soldados, aunque la escasez (como sucedió en alguna ocasión) requiriera que una amplia variedad de modelos existiera para su uso en el campo.

Al comenzar la Guerra existían tres tipos de pistolas de uso general: los revólveres, las pistolas automáticas y las semiautomáticas (que utilizan el retroceso producido por la explosión del cartucho para cargar la siguiente bala).

Sin duda el modelo más famoso de la Guerra fue la pistola alemana Luger.




martes, 3 de febrero de 2009

Batalla de Mendaza (SXIX)

La Batalla de Mendaza fue la primera batalla librada durante la Primera Guerra Carlista. Tuvo lugar el 12 de diciembre de 1834 en los campos de Mendaza en Navarra. La batalla la presentó el general carlista Tomás de Zumalacárregui.

Zumalacárregui desplegó antes del amanecer sus fuerzas en el valle de La Berrueza entre Mendaza y Asarta orientándolas hacia el Sur, con el flanco izquierdo en Mendaza y el derecho en Asarta. En el hondón (Lugar profundo rodeado de terrenos más altos del valle) se encontraba su centro. Este hondón y gran parte de las laderas se componían de pequeñas piezas de tierra cultivadas, todas ellas rodeadas por muros de lajas de piedra apilada. Su cuartel lo montó en el despoblado de Desiñana.Las tropas cristinas al mando del general Luis Fernández de Córdoba (dirigente del bando opuesto al de Zumalacárregui) estaban acuarteladas fuera del valle, al sur, en la población de Los Arcos.Zumalacárregui tenía previsto desarrollar la batalla según el siguiente método: Aceptaría el encuentro en el centro del valle que de forma escalonada comenzaría a retirarse en dirección Norte, haciendo que el enemigo avanzase por el hondón del valle, metiéndose por la boca de una "U". Llegada esta situación, los flancos, especialmente reforzado el izquierdo por las fuerzas complementarias que había ocultado durante la noche en el bosque de encinas de la montaña de Dos Hermanas que se levanta tras Mendaza, se lanzarían desde los flancos y cuesta abajo sobre los cristinos.

Era mediodía, por lo tanto ya muy tarde, cuando el general cristino, muy poco dotado para el mando que ejercía, llegó con sus tropas al valle y al ver la formación del grueso de las tropas carlistas en el hondón de éste, estaba dispuesto a caer en la trampa al ordenar a Marcelino Oráa, jefe de su vanguardia, que marchase sobre el centro. Pero Oráa era un buen militar, con mucha experiencia que se remontaba a los tiempos en los que estuvo a las órdenes de Espoz y Mina durante la Guerra de la Independencia Española. Además era navarro y conocía muy bien el valle así como la astucia de Zumalacárregui.Por ello desoyó a su jefe y marchó con su tropa hacia Mendaza, atacanco el flanco izquierdo carlista.


Ante este no previsto movimiento, Zumalacárregui hizo girar su tropa desplegada en el centro en dirección a Mendaza, para apoyar al amenazado flanco izquierdo. La tropa carlista tenía muy poca experiencia en maniobras y se desbarató al realizarla; por otro lado, ahora estaba desplegada de Sur a Norte, fuera de la protección de los muros de piedra y a tiro de la artillería cristina montada al Sur a la entrada del valle.Los carlistas iniciaron pronto la desbandada, abandonando el campo a los cristinos, refugiándose en las laderas de los montes que encierran el valle, pasando al valle del río Ega, dando por perdida la batalla.
En la imagen se observa a Tomás de Zumalacárregui.