viernes, 15 de mayo de 2009

armamento (primera guerra mundial)

Granadas.
Las granadas fueron consideradas practicas para operaciones de asedio hasta que los estrategas alemanes se fijaron en ellas durante el conflicto Ruso-Japonés de 1904.

Igual que en muchas otras cosas cuando comenzó la Guerra en agosto de 1914, los alemanes llevaban la delantera en el desarrollo de granadas. Mientras comenzaba la guerra los alemanes ya tenían preparadas setenta mil grandas de mano, junto con ciento seis mil granadas de rifle.

Los granaderos eran aquellos hombres encargados de despejar trincheras y posiciones enemigas usando granadas de varios tipos distintos. Equipos de demolición crecieron en numero a medida que la guerra continuaba y formaron un componente vital de cualquier ataque que llevara a cabo la infantería hacia el final de la guerra.

El equipo de demolición británico consistía en nueve hombres: Un oficial, dos lanzadores, dos portadores, dos soldados con bayonetas para defender al equipo y dos hombres para sustituir bajas del equipo.

Las granadas, ya fueran de mano o lanzadas con un rifle, se detonaban de dos maneras: por impacto (percusión) o por mecha (tenían un temporizador que las hacía explotar al cabo de un tiempo determinado).

La infantería prefería las granadas con mecha a los mecanismos de percusión, ya que siempre existía el riesgo de soltar una granada accidentalmente en el interior de una trinchera y que esta explotara.

Ametralladora.

La ametralladora era un aparato muy primitivo cuando la Guerra comenzó en agosto de 1914. Las ametralladoras de todos los ejércitos eran mayormente del tipo pesado y concluyentemente poco aptas para el transporte por soldados de infantería. Cada una pesaba entre treinta y sesenta kilos sin monturas ni provisiones.

La ametralladora de 1914 requería un equipo de cuatro a seis operarios. En teoría podía disparar de cuatrocientos a seiscientos proyectiles de bajo calibre por minuto, cifra que se dobló a finales de la guerra.

Pistolas.
La pistola, que originalmente se diseñó como un arma para la caballería, acabó convirtiéndose en el arma de apoyo por excelencia. Destinada de manera tradicional al uso de oficiales de todos los ejércitos, acabaron por utilizarla la policía militar, los aviadores y los operarios de artillería y tanques.

Para los soldados que se ocupaban de esas tareas, la pistola era la única arma que podían utilizar en su medio, ya que los reducidos espacios de aviones y tanques no permitían portar o usar rifles (que en otros casos era el arma regular de todos los soldados).

Igual que con el rifle, los ejércitos fabricaban y distribuían modelos estándar a todos sus soldados, aunque la escasez (como sucedió en alguna ocasión) requiriera que una amplia variedad de modelos existiera para su uso en el campo.

Al comenzar la Guerra existían tres tipos de pistolas de uso general: los revólveres, las pistolas automáticas y las semiautomáticas (que utilizan el retroceso producido por la explosión del cartucho para cargar la siguiente bala).

Sin duda el modelo más famoso de la Guerra fue la pistola alemana Luger.




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